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  • Bianca Boyaciyan

Cuatro meses en Ciudad del Cabo: ¿Que estoy haciendo aquí?

A todos que se hacen esta pregunta (hay veces que hasta yo me la hago), tengo algo para contarles.

Estoy sentada en el escritorio de Trinity Children’s Centre (TCC), una escuela primaria. Son las 2 de la tarde y los niños recién han terminado la escuela. Hace unos minutos he terminado mi última sesión de apoyo en lectura. La hago a través de un programa en la computadora en sesiones individuales. Durante el dia vienen siete niños al escritorio a leer. Y eso cada Martes y Jueves.

En realidad, además de eso no tengo mucho más que ver con la educación de los niños. Como trabajo en una escuela primaria les debe parecer difícil, pero es la verdad. Con el pasar de los meses mis tareas fueron surgiendo gradualmente. Hago tareas administrativas. Suena aburrido, por lo menos a mi me suena, y al principio tambien pensaba que lo fuese. Después de completar mis estudios de negocios, cuando me puse como voluntaria, eso fue lo último que se me había ocurrido. Para mi gran sorpresa y alvia, resulta que es algo que disfruto. Yo me encargo que TCC ande. Y eso no pasa apenas con clases. En la escuela, la gente enseña, aprende, escribe, pinta, juega, cocina, vive. Conozco el almacén de la escuela de adentro hacia afuera, distribuyo los materiales necesarios a las clases, y ordeno las nuevas compras. Soy responsable de ir a la puerta cuando alguien toca el timbre, la mayoría de las veces para contestar preguntas, dejar que la gente entre y salga, o recibir entregas. Mantengo el orden en los archivos de los estudiantes, creo listas de candidatos en Excel, actualizo los datos de contacto de los padres.

Ayer pasé la mitad del día revisando documentos y triturando los innecesarios. Hubo otro dia, que verifiqué y reabastecí todos los botiquines de primeros auxilios. El año pasado me pasé una semana reorganizando el almacén, etiquetando las cajas y al mismo tiempo, haciendo el inventario. Y a veces sucede que, nos larguen una pila de madera vieja en el patio de la escuela (conocida como “Woodonation”), y nos tarda casi dos días para despejar el caos. Bueno, tal vez eso no sea algo tan común.

¿Todavía te suena aburrido? Quizas un poco. La parte que más me gusta de trabajar aquí, no son las tareas, pero si la gente. Los niños, por supuesto, con su habilidad de endulzar los días más oscuros, pero también los colaboradores, que me aceptaron y integraron a su equipo inmediatamente. Que me hacen sentir útil, y que por mas que ni siempre amen a su trabajo, están dispuestos a sacrificarse, para darles a los niños el mejor futuro posible.

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